El Frente Nacional, al asalto del poder por vez primera en Francia

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Francia vota este domingo, en pleno estado de excepción por amenaza terrorista, la composición de sus nuevos gobiernos regionales. Todos los sondeos indican que el ultraderechista Frente Nacional se hará por vez primera en su historia con unas importantes parcelas de poder en el país. Dos de las trece regiones en liza en la Francia continental caerán, según los pronósticos, en manos de sus principales espadas: Marine Le Pen en Norte Paso de Calais-Picardía y su sobrina Marion Marechal-Le Pen en Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA). En la primera ronda de estas elecciones que se celebran hoy, el FN sería incluso la lista más votada en la mitad de las regiones.

El asalto al poder del Frente Nacional está a la vista. Gobierna en una docena de localidades y fue el partido más votado en las europeas, pero aún no gestiona grandes presupuestos ni instituciones. Será en estas elecciones regionales, las últimas que celebra Francia antes de la presidenciales de 2017, en las que el partido antiinmigración y antieuropeo obtenga, por vez primera, la posibilidad de gestionar políticas de peso. Entre las competencias de la nuevas regiones, cuyo mapa se diseñó el pasado año, están la gestión de los liceos, la organización de los transportes públicos, la formación profesional, ayudas a las pymes y gestión medioambiental.

Conocedora de sus opciones, la formación ultraderechista ha puesto toda la carne en el asador y presenta como cabezas de lista a sus primeros espadas: además de las Le Pen, figuran dos vicepresidentes, Florian Filippot, y Louis Aliot, compañero sentimental de la presidenta Marine Le Pen, y el secretario general, Nicolas Bay. Los atentados del 13 de noviembre han movilizado, además, a su electorado. La alarma de la mayoría es ahora doble: la amenaza terrorista y el avance del FN. «Las urnas de la angustia», titulaba el sábado en portada Libération.

Ante el terremoto político que se avecina, el Partido Socialista está asustado. Este mismo domingo, una vez cerradas las urnas, celebrará una reunión extraordinaria del comité ejecutivo para decidir la estrategia a seguir el domingo 13 cuando se celebre la segunda vuelta de estas regionales. El primer ministro Manuel Valls lleva meses llamando a izquierda y derecha para que se impida “que el FN gane una sola región”.

El presidente socialista saliente de Norte-Paso de Calais, Daniel Percheron, ha hecho un llamamiento al partido para tratar de formar una gran coalición a la alemana con Los Republicanos de Nicolas Sarkozy para frenar al FN. Solo presentando listas fusionadas en la segunda ronda tendría el llamado “frente republicano” opciones de descabalgar a la ultraderecha en algunas regiones. Pero Sarkozy no está dispuesto a ayudar. Su partido optó por el ni-ni (ni Frente Nacional ni frente republicano) y su presidente se ratifica en ello: “No tengo nada que ver con el FN, pero yo combato la política de los socialistas”.

Los Republicanos, aliados con el centro, es, según todos los sondeos, el otro gran vencedor de estos comicios. De las actuales 22 regiones metropolitanas, solo controla Alsacia. Ahora podría gobernar en más de seis de las 13 en liza; entre ellas, la más poblada, île de France, la provincia de París, con doce millones de habitantes. Valérie Pecrésse, exministra de Sarkozy, es la favorita. Ante la marea del FN, otro peso pesado del partido, Christian Estrosi, exministro y alcalde de Niza, ha endurecido su discurso antiinmigración para intentar ganar en PACA a la joven Marion Marechal-Le Pen, de 25 años.

El gran derrotado, siempre según los sondeos, será el Partido Socialista. La izquierda gobierna en 21 de las actuales 22 regiones metropolitanas. Solo tiene aseguradas tres. El ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, ahora capitaneando la guerra contra el terrorismo del ISIS, es el principal valor socialista en estos comicios y el que tiene la victoria al alcance de la mano en Bretaña. Entre los socialistas hay malestar por la falta de ambición demostrada para presentar candidatos, lo que estaría facilitando el ascenso del Frente Nacional. El propio Valls se ha quejado en privado de que la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, no diera el paso de enfrentarse a Marine Le Pen en Norte-Paso de Calais-Picardía.

Otra opción que baraja el Partido Socialista es la de retirar sus candidaturas allá donde sea necesario para que el voto se concentre en las listas conservadoras, pero esta alternativa privaría de consejeros regionales al partido durante los próximos seis años. Este, en cualquier caso, en esta primera vuelta va a quedar muy descolgado del FN (31%) y Los Republicanos (30%) en porcentaje nacional de votos: 22%. Así lo señala el sondeo Ipsos publicado este jueves.

La seguridad, nuevo eje de la relación China-África

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China está cambiando su modelo de crecimiento económico, pero también su modelo de relaciones exteriores. Su presidente, Xi Jinping, ha prometido convertir a la segunda potencia en una protagonista mucho más activa en el escenario mundial. África, donde sus importantes intereses económicos comienzan a arrastrarle a una mayor implicación en la estabilidad y la seguridad del continente puede aportar pistas sobre cómo Pekín se plantea esa participación global. Xi visita esta semana por segunda vez en tres años el continente. Durante las reuniones del Foro de Cooperación China-África en Johanesburgo, el presidente chino ha ofrecido 55.000 millones en apoyo financiero destinados al desarrollo de África.

China ha confirmado ya que se encuentra en negociaciones para la creación de lo que sería su primera base militar en el exterior, un centro logístico naval en el pequeño pero estratégico Yibuti. Es un paso más en su estrategia de modernización, expuesta este año en el libro blanco de su Ministerio de Defensa, para “adaptarse a misiones en diferentes regiones y desarrollar la capacidad de sus fuerzas de combate para diferentes propósitos”.

En la confluencia entre el mar Rojo y el golfo de Adén, esa presencia no solo le permitiría dar un mayor respaldo a sus fuerzas participantes en las operaciones antipiratería frente a las costas de Somalia. Despegando desde allí, sus aviones podrían acceder sin necesidad de repostar a lugares como Egipto o Irán; también le permitirían apoyar con más facilidad a sus cascos azules en países como Sudán del Sur. Y en caso de necesidad -puesta ya de manifiesto en operaciones como la evacuación de sus ciudadanos en Libia en 2011 o de Yemen este año- podría llegar con más facilidad a lugares conflictivos de Oriente Medio o de África.

Cerca de 2.500 empresas chinas se han instalado en África en el último decenio. Aproximadamente 2 millones de ciudadanos de esa nacionalidad residen en países de este continente. China es el principal socio comercial de la región, con la que intercambia un volumen anual de bienes por valor de 220.000 millones de dólares y de la que es principal proveedora de infraestructuras. Su estrategia de “no interferencia” en los asuntos internos le ha granjeado la benevolencia de países acostumbrados a mirar a Occidente con sospecha tras el pasado colonial.

Pero la impronta cada vez mayor de China en África ha aumentado también su vulnerabilidad a los problemas del continente. Tres ejecutivos chinos murieron en el ataque del 20 de noviembre contra un hotel internacional en Bamako, la capital de Mali, en el que murieron otras 17 personas.

En África, “el principal interés de seguridad de Pekín es proteger el creciente número de sus ciudadanos y activos de la inestabilidad interna, el rechazo popular, el terrorismo y los secuestros”, apunta Lloyd Thrall, del centro de estudios estadounidense RAND, en su informe “Las Crecientes Relaciones Africanas de China”.

Su principal apuesta, por ello, pasa por fortalecer la seguridad autóctona en el continente. En septiembre pasado, en su intervención ante la Asamblea General de la ONU, Xi Jinping anunció 100 millones de dólares en asistencia militar para la Unión Africana. “A la larga, la comunidad internacional y Naciones Unidas deberían apoyar a los países africanos para que aumenten su propia capacidad de mantener la paz y la estabilidad, de manera que África pueda resolver sus propios problemas”, ha asegurado.

“Para proteger a sus empresas y ciudadanos en el exterior, el Gobierno chino desde luego va a desarrollar nuevas actitudes, aunque también mantendrá al mismo tiempo su adhesión al principio de no injerencia”, asegura el profesor adjunto de la Universidad Tsinghua y experto en las relaciones China-África Tang Xiaoyang.

En su visita al continente, Xi Jinping ha comenzado por Zimbabue, antes de llegar este miércoles a Sudáfrica para reunirse con el presidente Jacob Zuma y participar en el FOCAC. En una aparente señal del compromiso personal de Xi con el continente, es la primera ocasión en que este foro tiene carácter de cumbre de jefes de Estado después de su fundación, en 2000.