Rusia adopta represalias económicas contra Turquía por el derribo del caza

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Rusia ha comenzado a penalizar los intereses económicos de Turquía como respuesta al derribo del bombardero Su-24 que participaba en la operación en Siria. El Kremlim exige a Ankara disculpas y reparaciones materiales por el incidente que se saldó con la primera baja oficial —el segundo piloto sobrevivió— del contingente militar ruso en el país árabe así como con la destrucción de dos de sus aeronaves.

El presidente Vladímir Putin aprovechó la entrega de credenciales a 15 nuevos embajadores este jueves para enumerar los agravios que a su juicio, están pendientes de satisfacción por parte de Ankara. “Hasta ahora no hemos oído una clara disculpa de Turquía a alto nivel político, ni propuestas de compensaciones por daños y perjuicios, ni promesas de castigar a los delincuentes por el delito cometido”, dijo el jefe del Estado.

“Los dirigentes turcos de forma consciente llevan la relación ruso-turca a un callejón sin salida”, opinó Putin. De nuevo, el líder del Kremlin insistió en la necesidad de oponerse al terrorismo con una gran coalición que “apoye las acciones de los militares rusos, que realizan exitosas operaciones contra los grupos y estructuras terroristas en Siria”.

Mientras, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, encargó al Gobierno que elaborara un “conjunto de medidas económicas y humanitarias” para reaccionar al “acto de agresión” de Turquía y dio dos días de plazo para prepararlas. Aunque el secretario de prensa del presidente, Dmitri Peskov, había anunciado que Rusia no recurrirá a las sanciones contra Turquía, el Kremlin parece dispuesto a dificultar las actividades comerciales y económicas de los socios turcos en espera de que estos hagan concesiones a la posición rusa. Turquía mantiene que el avión ruso derribado sobre territorio sirio había entrado en su espacio aéreo y Rusia lo niega.

El incidente, que ha tensado las relaciones entre Moscú y Ankara, puede también convertirse en un cómodo motivo para congelar o anular proyectos que de todas maneras resultaban ya difíciles de impulsar debido a la situación económica y política internacional. Altos medios del sector energético ruso señalaban que uno de esos proyectos podría ser el gasoducto la corriente turca, un tendido por el fondo del mar Negro, que Putin anunció a principios de diciembre de 2014 como sustitución de la denominada corriente del Sur, que debía llevar gas ruso a Europa y que no prosperó, según Putin, por la “actitud poco constructiva” de la UE. Entre las restricciones anunciadas por Medvedev, están las actividades de empresas turcas y también proyectos de inversión que “pueden ser congelados o simplemente revocados”.

El ministro de Agricultura de Rusia, Alexandr Tkachev, ha exhortado a sustituir las importaciones de Turquía por el abastecimiento procedente de otros países. En una entrevista al canal Rossia 24, Tkachev ha dicho que hasta el 15% de los productos turcos contienen sustancias tóxicas. Los rusos se han alarmado ante una posible subida de los precios de los alimentos, dado que ahora habrá que sustituir las frutas y verduras turcas, que a su vez habían reemplazado en los supermercados a buena parte de las importaciones procedentes de la UE vetadas en 2014.

Tkachev, cuya familia tiene amplios intereses agrícolas en el sur de Rusia, admitió que Rusia solo produce el 20% de las hortalizas que consume, pero aseguró que Moscú puede sustituir las importaciones turcas en el plazo de una semana. El ministro dijo que el autoabastecimiento alimenticio es una “misión histórica” del Estado, pero tuvo que calificar de “tema doloroso” la mala calidad de la leche de producción nacional.

Las iniciativas de castigo contra Turquía, barajadas ahora por los representantes rusos, se parecen a las que fueron barajadas (e impuestas) en el pasado a Ucrania y también a los países que se opusieron a la política del Kremlin en ese país. Los servicios de Aduanas han comenzado a realizar controles completos de las cargas procedentes de Turquía, que afectan a los alimentos, la ropa, los muebles y los productos de limpieza, entre otros. A partir del primero de diciembre, se restringirán también las importaciones avícolas turcas.

Entre las medidas ya adoptadas por Rusia está la multa y expulsión de 39 empresarios turcos que participaban en una feria agrícola en Krasnodar, la provincia de la que es oriundo el ministro de Agricultura, y que carecían del visado correspondiente.

EE UU e Irán sientan las bases para una solución política a la guerra siria

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La complejidad de las negociaciones para pacificar Siria quedó patente este viernes. Mientras EE UU, Rusia, Turquía, Arabia Saudí y, por primera vez, Irán dialogaban en Viena sobre una posible salida del conflicto, un bombardeo de las tropas de Bachar el Asad mataba a casi 50 personas y hería a un centenar al este de Damasco. Un total de 17 Gobiernos participaron en un encuentro cuyo máximo éxito consiste en el compromiso de seguir negociando. Pero no es poco. Los participantes admiten sus diferencias, pero ven este intento como el más serio de lograr una salida política a la guerra civil que ha causado 250.000 muertos.

El esfuerzo diplomático conjunto de países rivales —y en algunos casos enemigos acérrimos— quedó simbolizado en el salón del hotel vienés en el que ayer por la tarde estaba a punto de comparecer el estadounidense John Kerry. Antes de la llegada del secretario de Estado, unos operarios retiraron dos de las tres banderas de EE UU sobre el podio para dar paso también a las de Rusia y de la ONU; y mostrar así a las claras un mensaje de unidad, pese a las diferencias.

“Nos hemos puesto de acuerdo en que no estamos de acuerdo. EE UU mantiene que el presidente El Asad no puede bajo ningún concepto gobernar Siria”, dijo Kerry al lado de su homólogo ruso. “Yo no he dicho que tenga que irse o quedarse, sino que deben ser los sirios los que decidan el futuro de El Asad”, respondió Serguéi Lavrov. Frente al desacuerdo en torno al futuro del dictador sirio, los dos mostraron su certidumbre de que Siria requiere una solución urgente; y que esta solo puede venir de la comunidad internacional.

Los nueve puntos pactados en el comunicado incluyen, entre otros aspectos, el compromiso por la integridad territorial de la Siria del futuro, que deberá mantener su carácter laico; la derrota de Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés); y la celebración de unas elecciones supervisadas por la ONU en las que pueda participar también la diáspora. Los temas más conflictivos se dejan para futuras rondas negociadoras, la primera de ellas dentro de dos semanas en un lugar aún por determinar.

Nadie se hacía ilusiones sobre una solución rápida. “El éxito de las conversaciones se medirá por la capacidad de los interlocutores para seguir hablando”, aseguraba antes de la reunión una fuente europea frente al lujoso hotel Imperial de Viena donde se reunían los 17 ministros o viceministros y los representantes de la UE y de la ONU. “El éxito se medirá a largo plazo. Este conflicto solo puede zanjarse con un acuerdo regional. Las conversaciones de estos días pueden suponer los primeros pasos en un lento baile que se alargará, y que incluso puede durar años”, alerta Julien Barnes-Dacey, analista del centro de estudios European Council of Foreign Relations.

Serán largas y muy complicadas. Pero si estas negociaciones tienen alguna posibilidad de éxito es gracias a la implicación del Gobierno iraní, un actor fundamental en la región y que, con Rusia, son los grandes aliados internacionales de El Asad. Tras la ofensiva de los grupos rebeldes laicos y de los fundamentalistas de ISIS, la permanencia en el poder del presidente sirio se explica sobre todo por el respaldo de Moscú y Teherán.

La invitación que Irán recibió para sentarse en la mesa negociadora —hecho insólito, que tuvo que superar las reticencias de su rival y competidor por la hegemonía regional, Arabia Saudí— se debe a la constatación por parte de Washington de que su estrategia contra ISIS no ha funcionado. “La destrucción del Estado Islámico es más urgente que el derrocamiento de El Asad”, resumió esta nueva filosofía hace unos días Henry Kissinger, antiguo jefe de la diplomacia de EE UU y viejo representante de la realpolitik.

Irán respondió este viernes con un gesto de buena voluntad. “No insistimos en mantener a El Asad en el poder para siempre”, dijo el viceministro de Exteriores. Según la agencia Reuters, Teherán habría propuesto que el actual presidente siga durante un periodo de transición de seis meses hasta la convocatoria de nuevas elecciones.

“Es un síntoma positivo. Pero en seis meses se podría dar la vuelta a las conquistas militares, y parece muy poco realista organizar unas elecciones en la situación actual. Su propuesta deja abiertas todas las posibilidades”, sostiene Dorothée Schmid, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales. “La reciente intervención militar rusa y la participación de Irán confirman que El Asad no se va a ningún lado. Su situación ha quedado asegurada a corto plazo”, concluye el analista Barnes-Dacey.