Bélgica se aproxima al centenar de detenciones con solo ocho sospechosos aún en prisión

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Cerca de 90 detenciones y subiendo desde el 14 de noviembre, al día siguiente de los atentados de París, y apenas ocho detenidos, esto último un dato aportado por la Fiscalía. Esa misma institución se ha negado a dar el número total de apresados desde los ataques terroristas a preguntas de este diario, que ha realizado una estimación mediante los comunicados de prensa que envía el Ministerio de Justicia periódicamente. «Es muy complicado contarlos a todos», aducen en la Fiscalía.

La impunidad policial es un hecho en Francia y en Bélgica, con distintas variantes. En Francia está en vigor el estado de emergencia hasta el 26 de febrero de 2016 (que impide realizar derechos como manifestarse). Apenas diez días después de los atentados, ya se habían producido más de 150 detenciones. En Bélgica todo es mucho más caótico: al declararse el nivel 4 de máximo riesgo el 20 de noviembre, policías y militares salieron a las calles, apostándose en los puntos neurálgicos con tanquetas y metralletas. Rebajado el riesgo al nivel 3, el Ejército sigue ahí y los turistas se toman selfies con los soldados pero LAS detenciones continúan y la sociedad se hace cada vez más preguntas.

El caso de Montasser AlDe’emeh es sintomático. Investigador y experto en islamismo radical, AlDe’emeh salió el 1 de diciembre del Parlamento Federal en Bruselas tras una conferencia sobre el fundamentalismo y fue interceptado en su coche en el céntrico bulevar de Anspach. Tras indicar a los agentes que hablaba francés, inglés, neerlandés y árabe, estos le respondieron: «Aquí no se habla árabe». Le quitaron la tarjeta SIM del móvil y él presentó una denuncia en una comisaría cercana. La misma suerte corrió el actor de Gante de origen foráneo Zouzou Ben Chikha, que sufrió intimidaciones.

Las asociaciones de derechos humanos ya han tomado la iniciativa tras un mes de cierta pasividad asistiendo a un despliegue sin precedentes motivado por un periodo de psicosis, durante el cual el presidente Charles Michel ha intentado aprobar una durísima ley antiterrorista que no está claro que vaya a ser aprobada por la Cámara Baja. «Retener a un sospechoso, supuestamente inocente, durante tres días en una comisaría o poner al mismo sospechoso bajo vigilancia electrónica son tareas de un juez. No de un Ejecutivo o una Administración», ha criticado el activista Alexis Deswaef al diario francés La Croix.

La actuación del socio de Gobierno N-VA (independentistas flamencos) y partido más votado solo ha inflamado los ánimos. El ministro del Interior Jan Jambon, del N-VA, anunció que iban a « limpiar Molenbeek» tras los atentados. Preguntado por los abusos poco antes de la Navidad, Jambon ha declarado que la policía busca a personas «de origen extranjero» por lo que es lógico «que si hay gente que corresponde a ese perfil y actúa de forma sospechosa» las autoridades deban detenerla.

Los comunicados de prensa de la Fiscalía son ese sentido un compendio de fallos garrafales abonados a la coletilla «ningún arrestado ha pasado a disposición judicial», lo que viene a decir que los detenidos son puestos en libertad a continuación al no haber pruebas contra ellos. En los barrios más pobres de Bruselas (Molenbeek, Anderlecht, Jette, Laeken) se realizan operaciones malogradas con frecuencia. También es habitual en los comunicados decir que se encuentran «armas», para luego especificar que éstas no son de fuego y que tampoco hay explosivos o cinturones suicidas.

Entre los ocho detenidos, que la Fiscalía no ha querido detallar individualmente, aparecen Hamza Attou y Mohamed Amri (que condujeron al terrorista prófugo Saleh Abdeslam desde París hasta Bruselas), pero también Ali O. y Lazez A., supuestamente también relacionados con Saleh. O Samir Z. y Pierre N., por la misma razón.

El más buscado es Abdeslam Saleh, cuyo hermano Mohamed fue detenido casi tres días después de los atentados de París. Saleh pudo fugarse ante las narices de la policía en Molenbeek el 16 de noviembre, un detalle que está aún por esclarecerse. Lo mismo que Mohamed Abrini, otro presunto cómplice de los terroristas. En una grabación difundida recientemente por Le Soir, Saleh Abdeslam confiesa ser el autor de crímenes por disparos de kalashnikov en el 11º distrito parisino y amenaza a sus conductores Attou y Hamri (detenidos) con estallar su cinturón en el coche con ellos dentro.

Peor han sido las respuestas gubernamentales, que no se han producido, de acuerdo con un editorial de La Libre Belgique. A la tradicional permisividad belga con las religiones, se le une una nueva polémica por la ineficacia de las autoridades que ha puesto en jaque al Gobierno conservador, si bien este parece que sobrevivirá a la llegada de 2016. Por si fuera poco, el alcalde del distrito Centro de Bruselas ha cuestionado el cierre de colegios e institutos durante dos días en medio del nivel cuatro de alerta. Y la oposición también ha cargado contra la clausura de centros comerciales, cines, gimnasios o mercados.

La Cumbre de París cierra un acuerdo histórico contra el cambio climático

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La lucha contra el cambio climático consiguió este sábado poner de acuerdo casi al mundo entero. Los representantes de cerca de 200 países, reunidos en la Cumbre del Clima, adoptaron el primer acuerdo global para atajar el calentamiento desencadenado por el hombre con sus emisiones de gases de efecto invernadero. El pacto abre un camino, pero no es la meta, como resaltaron los negociadores. Los esfuerzos que hay ahora sobre la mesa no son suficientes para impedir que el aumento de la temperatura a final del siglo se quede “muy por debajo de los dos grados”, el objetivo que persigue el pacto. Todos los países firmantes deberán limitar sus emisiones, aunque los desarrollados tendrán que hacer un mayor esfuerzo y movilizar 100.000 millones de dólares anuales.

Era la señal que muchos esperaban desde que los responsables de la inmensa mayoría de países del mundo comenzaron a discutir sobre cambio climático hace más de dos décadas. Era la señal también que muchos inversores, atrapados ahora entre las dudas, querían oír para saber hacia dónde dirigir su dinero. El acuerdo alcanzado este sábado en París —tras dos semanas de reunión dentro de la cumbre y tras seis años de prolegómenos— es “el primer acuerdo universal de la historia de las negociaciones climáticas”, recordó François Hollande cuando presentó el texto final que luego fue aprobado. El presidente francés recordó los atentados que sacudieron París hace un mes. Y rogó a los representantes de los 195 países reunidos en la cumbre que apoyaran el pacto, como finalmente ocurrió.

El acuerdo de París fija, entre otros objetivos, elevar los “flujos financieros” para caminar hacia una economía baja en emisiones de gases de efecto invernadero, cuya sobreacumulación en la atmósfera por las actividades humanas ha desencadenado el cambio climático. “Estamos mandando un mensaje clave al mercado global”, valoró este sábado John Kerry, secretario de Estado de EE UU. “Movilizar la inversión”, dijo, es fundamental para lograr una “transición a una economía limpia”. “Los mercados ya tienen una señal clara”, remarcó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Con este pacto los representantes de los 195 países reunidos en París no solo admiten que el problema del cambio climático existe, sino que reconocen que el aumento de la temperatura es responsabilidad del hombre. Por eso, establecen medidas para combatirlo.

Ante el fracaso hasta ahora de los intentos por fijar metas obligatorias individuales a cada país —el Protocolo de Kioto apostó por esa fórmula y solo logró cubrir el 11% de las emisiones mundiales— ahora se le da la vuelta al proceso. Se pone una meta obligatoria: que el aumento de la temperatura media en la Tierra se quede a final de siglo “muy por debajo” de los dos grados respecto a los niveles preindustriales e incluso intentar dejarlo en 1,5. Luego, cada país pone sobre la mesa sus aportaciones voluntarias para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero nacionales. Y lo hacen todos. 187 de los 195 países reunidos en París han presentado ya sus programas nacionales. Todo el que firme y ratifique el pacto —algo que ocurrirá a partir de la próxima primavera— deberá aportar contribuciones con las limitaciones de gases.

Pero el acuerdo de París, que entrará en vigor en 2020, por sí solo no es suficiente para lograr el objetivo de los dos grados. Según se reconoce en la “decisión”, la segunda parte del texto, los programas de recorte que han presentado esos 187 Gobiernos no bastan. “Se requerirá un esfuerzo mucho mayor”, se indica. Por eso se establecen mecanismos de revisión al alza de los compromisos cada cinco años. También, herramientas de transparencia, como los inventarios, para intentar que el control sea lo más efectivo.

El acuerdo nace del desarrollo del convenio de las Naciones Unidas sobre cambio climático, que se remonta a 1992. El mundo, en estas más de dos décadas, ha cambiado y aquel documento ha quedado desfasado, fundamentalmente en los anexos, donde se establecía el listado de países desarrollados que estaban obligados a reducir sus emisiones. Veintitrés años después, los industrializados de los anexos solo representan alrededor del 35% de las emisiones mundiales. Y China e India, que están ya entre las cuatro economías más contaminantes del planeta, se quedaban fuera de los Estados que deben asumir los mayores esfuerzos. Uno de los debates más intensos que han puesto en riesgo este acuerdo ha sido precisamente este: la persistencia o no aquella diferenciación. Finalmente, el acuerdo establece que todos deben hacer planes de control de las emisiones. Pero a los desarrollados se les fijan mayores exigencias. Por ejemplo, se establece que ellos deberán “seguir encabezando los esfuerzos” en reducción de emisiones. “Nos complace que el acuerdo diferencie las acciones”, dijo este sábado el ministro de India Prakash Javadekar.

“El acuerdo no es perfecto”, admitió Xie Zhenhua, el representante sobre cambio climático de China. “Pero eso no nos ha impedido dar un paso histórico”, añadió. Xie instó también a los países desarrollados a que cumplan con sus obligaciones.

Fondo anual

Entre esos deberes está “movilizar” un fondo de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. A partir de 2025, se revisará al alza. A este fondo también podrán aportar los emergentes, aunque en su caso es una posibilidad “voluntaria”. El fondo anual se destinará a que los Estados con menos recursos puedan adaptarse al cambio climático; por ejemplo, con medidas de protección por el aumento del nivel del mar. También servirán para que esos mismos países puedan crecer económicamente pero con bajas emisiones de dióxido de carbono.

La negociación del acuerdo ha recaído sobre las espaldas delministro francés de Exteriores, Laurent Fabius. “Es un martillo pequeño, pero hace mucho por la humanidad”, dijo tras dar el golpe en la mesa por el que quedaba aprobado el pacto. Su premura no gustó a Nicaragua, que protestó y dijo que no podía admitir el acuerdo porque, entre otras cosas, supone impedir en el futuro la reclamación de indemnizaciones por los daños causados por el calentamiento. Nicaragua es uno de los ocho países que no ha presentado planes para limitar sus emisiones.

“Siempre podrán decir que el 12 de diciembre de 2015 estaban en París”, le dijo Hollande a los ministros reunidos en la cumbre. “Y podrán sentirse orgullosos ante sus hijos y sus nietos”.

El mundo busca el primer pacto global contra el cambio climático

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El mundo tratará de cerrar en París el primer acuerdo global contra el cambio climático en los próximos 15 días. 195 países buscan reemplazar el Protocolo de Kioto, un pacto que desde su aprobación en 1997 no ha conseguido reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero. A diferencia de Kioto, que cubría el 11% de las emisiones —y que no vinculó a China y EE UU en la mitigación—, ahora se intenta un pacto que comprometa a todos. Casi 180 países han presentado antes de la cumbre planes voluntarios de reducción de emisiones. Pero esos esfuerzos no son suficientes para impedir que la temperatura suba más de dos grados a final de siglo, el límite fijado por la ciencia como crítico. Encontrar la forma de superar esa brecha, la financiación de la adaptación y el grado de vinculación son los retos de la cumbre.

Más de 140 presidentes y jefes de Estado tomarán la palabra hoy en la capital francesa en uno de los mayores encuentros diplomáticos registrados fuera de Nueva York, sede de la ONU. Y sus discursos versarán sobre un problema común que recorre de norte a sur el planeta: el calentamiento global. «La lucha contra el cambio climático y la lucha contra el terrorismo serán los dos principales desafíos del siglo XXI», decía este sábado a EL PAÍS Laurent Fabius, ministro de Exteriores de Francia, el país anfitrión que lleva meses de trabajo diplomático para que se cierre un acuerdo el 11 de diciembre.

El nombre de París, una ciudad traumatizada por los atentados de hace unos días, puede quedar unido para muchas décadas a la lucha contra el calentamiento global si de la cumbre internacional que acoge (la COP21) sale un pacto efectivo dentro de dos semanas. Este 2015está a punto de cerrarse como el año más cálido desde que hay registros. Paralelamente, la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera también está en niveles históricos. La ciencia (de forma casi unánime) relaciona estos dos hechos y los Gobiernos han asumido ya esa vinculación.

Pese a las alertas, el ser humano ha seguido aumentando las emisiones a través de la generación de energía, la industria, el transporte y la agricultura en las últimas décadas. Se prevé que en 2020 el volumen de emisiones mundiales anuales se duplique respecto a 1970.

Ya se han celebrado 20 reuniones de la ONU como la que acoge París, sin que se haya cerrado un acuerdo que comprometa a todos en la reducción de emisiones. El protocolo que se quiere sustituir, el de Kioto (1997), solo cubría el 11% de las emisiones mundiales. Ahora se quiere llegar al 100% y para eso es necesario que esta vez estén China y Estados Unidos, las dos principales potencias económicas y emisoras de CO2. Ambos han dado algunos pasos, como presentar sus planes de reducción de emisiones ante la ONU. Pero sus compromisos no están entre los más ambiciosos.

La Unión Europea, que negocia como un bloque, llega con una de las propuestas más fuertes: reducir al menos un 40% sus emisiones en 2030 respecto a 1990. Y con un mensaje: se puede crecer económicamente con menos CO2. Entre 1990 y 2012, las emisiones cayeron en Europa un 17,9%. Eso es en términos globales, porque hay excepciones nacionales como España, donde en ese mismo plazo crecieron un 22,5%.

Pero Europa solo representa al 10% de las emisiones mundiales. Sin China y EE UU, se volverá a fracasar en el objetivo que se quiere fijar: reducir las emisiones para que en 2100 el incremento de la temperatura no supere los dos grados de media respecto a antes de la Revolución Industrial.

Esta vez, tras seis años intentando cerrar el pacto, las dos principales potencias han mostrado voluntad de acuerdo. El problema surge al bajar al detalle. Por ejemplo, la UE quiere que el acuerdo tenga puntos jurídicamente vinculantes, algo que incomoda EE UU, que no llegó a ratificar Kioto precisamente por esa obligación jurídica. «La UE no aceptará solo una declaración de principios», dice el secretario de Estado de Medio Ambiente de España, Pablo Saavedra.

«El acuerdo debe ser jurídicamente vinculante y con metas claras», insiste el ministro colombiano de Medio Ambiente, Gabriel Vallejo. Su país está dentro del bloque de países que no son los principales causantes del cambio climático pero que han presentado compromisos de reducción de emisiones. Colombia propone bajarlas un 20% respecto a 2010. Pero podría llegar al 30% si recibiera financiación extra.

Aquí está otro de los puntos de tensión de París: la financiación. Hay dudas sobre quién debe poner los 100.000 millones de dólares anuales que a partir de 2020 deben estar dentro del llamado Fondo Verde. «Tiene que aportar todo aquel que pueda según sus capacidades», opina Vallejo. Sin embargo, otros Estados insisten en que tienen que encargarse de la financiación los que han desatado el problema: los países desarrollados tras décadas de emisiones.

En el pacto parece que fijará la meta de los dos grados. Pero los compromisos de mitigación que 180 países —el 95% de las emisiones mundiales— han presentado antes de la cumbre no son suficientes y colocan al planeta en un incremento de al menos 2,7 grados. La UE pretende que, para solucionar esta brecha, cada cinco años se revise al alza el acuerdo. «Ni China ni EE UU quieren la revisión al alza», dice Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático.

Teresa Ribera —directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de París y que acude a la cumbre con la delegación francesa— se fija en las consecuencias que tendrá cerrar un acuerdo ambicioso. En su opinión, se lanzará un mensaje a los inversores internacionales del sector de la energía, «que en este momento están parados».ç

Los líderes del G20 acuerdan cooperar más frente al terrorismo

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La cumbre del G-20 con los líderes mundiales reunidos durante dos días en Turquía ha aprobado finalmente un comunicado conjunto para condenar «en los más duros términos posibles» los ataques terroristas en París del pasado 13 de noviembre y en Ankara del 10 de octubre, expresar su solidaridad con las víctimas y reafirmar su solidaridad y resolución en la pelea contra el terror en todas sus formas y en donde sea que se produzcan.

Los mandatarios del G-20 discutieron durante la noche del lunes en una cena de trabajo la situación de la creciente amenaza terrorista y esta mañana se han comprometido a trabajar más unidos y en aspectos más preventivos para combatir esa lacra que amenaza también los esfuerzos emprendidos estos años para reforzar la economía, el crecimiento y el desarrollo. El presidente ruso, Vladímir Putin, admitió en un encuentro bilateral con el primer ministro británico, David Cameron, que se volcará más en la lucha contra el Estado Islámico, según una fuente próxima al dirigente británico.

El comunicado final sobre la pelea contra el terrorismo acordado entre todos los líderes mundiales congregados en la cumbre del G-20 en Antalya, un balneario del sur de Turquía, consta de nueve puntos muy genéricos para facilitar el consenso. El documento sirve sobre todo para expresar la condena unánime e inequívoca de todos los mandatarios ante «todos los métodos y prácticas del terrorismo» y para señalar que esas actuaciones «no pueden ser justificadas bajo ninguna circunstancia». También subraya que el terror «no debe ser asociado con ninguna religión, nacionalidad, civilización o grupo étnico».

Los países que forman el G-20 y que sostienen el 85% de la economía mundial constatan además que esta lucha contra el terrorismo es una prioridad y renuevan su decisión de trabajar unidos en distintos aspectos para prevenir nuevos ataques. El texto pactado insiste varias veces en la necesidad de aumentar la cooperación y la solidaridad de todos en ese objetivo y reitera el reconocimiento al papel central que debe jugar Naciones Unidas, bajo el paraguas de las leyes internacionales, las leyes sobre derechos humanos y los refugiados, las convenciones internacionales, y las resoluciones acordadas en el Consejo de Seguridad y la Estrategia contra el Terrorismo de la ONU (fundamentalmente la 2178).

Una fuente oficial de la oficina de David Cameron informó de que el primer ministro británico había aprovechado una cita bilateral que ha mantenido durante la cumbre del G-20 con Vladimir Putin para demandarle que se vuelque más en la pelea contra el Estado Islámico y también añadió que el presidente ruso había admitido que estaba buscando la manera de hacer más cosas en ese sentido. «Los recientes acontecimientos trágicos en Francia muestran que debemos unir esfuerzos en la prevención del terrorismo», fue la frase que esa fuente atribuyó a Putin, al que se ha reprochado que no colabora suficiente contra esa amenaza.

Los aspectos en los que los dirigentes de las grandes naciones mundiales quieren mejorar para abordar ese reto son la cooperación y el intercambio de información y la congelación de los bienes de los terroristas, criminalizar la financiación del terrorismo y robustecer las sanciones contra los regímenes relacionados con la financiación del terrorismo. El G-20 llama así además al Grupo de Acción Financiera contra el Lavado de Dinero (Financial Action Task Force on Money Laundering, FATF), creado por el G-7 en 1989, a implementar e incrementar medidas, instrumentos y recomendaciones en ese sentido.

Tras lo ocurrido en París, los miembros del G-20 se muestran también preocupados por el florecimiento de componentes extranjeros entre los grupos terroristas y la extensión de las amenazas a sus países de origen, tránsito y destino. Para afrontar ese fenómeno también se propone incrementar la cooperación y el desarrollo de más medidas preventivas, incluyendo compartir información y un mejor control de las fronteras para detectar los posibles viajes de esos elementos y responder apropiadamente. «Trabajaremos juntos para fortalecer la seguridad en la aviación global», se específica en el apartardo ocho del documento.

El Gobierno español que preside Mariano Rajoy se mostró muy activo en estos dos días de la cumbre en Antalya para que en el texto final se hiciera alguna referencia expresa a las víctimas del terrorismo. La cita figura en el primer párrafo: «Extendemos nuestras más profundas condolencias a las víctimas de los ataques terroristas y a sus familias». En el último punto se recuerda, además de la obligación de aumentar la cooperación y solidaridad internacional en esta disputa, que «siempre se recordará a las víctimas de estos ataques». Rajoy utilizó su discurso, en la cena del lunes, para ofrecer la experiencia de España, de sus fuerzas de seguridad y de inteligencia, como modelo o ejemplo a seguir en algunos apartados que se pueden mejorar contra el terrorismo islamista.

Identificaron al primer terrorista de los atentados de París: es un kamikaze francés con vínculos jihadistas

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Ocho terroristas murieron anoche en medio de los múltiples atentados en distintos puntos de París, siete de ellos haciéndose explotar a sí mismos. Uno de los suicidas, que participó del ataque en el teatro Bataclán, fue el primero en ser identificado hoy. Se trata de un ciudadano francés, que ya estaba en la mira de los servicios de inteligencia franceses por presuntos vínculos jihadistas.

El terrorista fue identificado por sus huellas dactilares, ya que estaba fichado por la policía por su cercanía al fundamentalismo islámico, indicaron hoy medios locales.

El atacante tenía alrededor de 30 años y era procedente de la localidad de Courcouronnes, a unos 35 kilómetros al sur de París, precisaron fuentes cercanas a la investigación.

En el ataque en el teatro, donde estaba tocando una banda de rock, murieron al menos 82 personas.

Según el sitio del diario Le Figaro, los terroristas que actuaron en el Bataclán hablaban en francés, tal y como se desprende de las grabaciones de sus conversaciones durante el atentado.

Un pasaporte sirio

Por otro lado, los investigadores encontraron un pasaportes sirio cerca del cuerpo de uno de los terroristas suicidas que provocaron explosiones cerca del Estadio de Francia cuando se disputaba un partido amistoso de fútbol contra la selección de Alemania.

El pasaporte sirio se hallaba «a proximidad del cuerpo de uno de los atacantes», afirmó una fuente policial. En este momento se están haciendo las comprobaciones pertinentes sobre la identidad del terrorista de acuerdo con este documento, señalaron las fuentes.

Hacia las 21.20 hora local (17.20 en la Argentina), cerca del campo en el que las selecciones disputaban el partido ante la presencia del presidente François Hollande , se registraron tres explosiones, perpetradas por los terroristas, que murieron en esas operaciones.

La «pista siria» es una de las hipótesis de trabajo de los investigadores, dijeron las fuentes, que están verificando esos elementos con los de servicios de inteligencia extranjeros, en particular europeos.

La identificación de los kamikazes

La investigación sobre los atentados de París, que se prevé larga, deberá primero determinar cómo pudieron coordinarse los suicidas para perpetrar esas matanzas en París, en nombre del grupo jihadista Estado Islámico (EI).

Para eso, los restos de los suicidas que se hicieron explotar en el boulevard Voltaire, en la sala de espectáculos Bataclan y en el Estadio de Francia, serán trasladados al Instituto de Medicina Legal.

Una fuente policial aseguró que los autores de los ataques eran «a primera vista unos tipos curtidos y perfectamente entrenados, que los testigos describen como bastante jóvenes y seguros de sí mismo».

Los investigadores se plantearon «bastante rápidamente» la cuestión de su entrenamiento y una eventual estadía en zona de jihad, según fuentes policiales, que agregaron que se trata de «los primeros elementos de la investigación» que aún hay que «afinar».

Las autoridades francesas solicitaron la cooperación de servicios extranjeros, sobre todo de sus socios europeos.

Un país que se reforzó para lo peor, pero que ni así evitó la masacre

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La policía y el ejército estaban en alerta. El gobierno anunció reiteradas veces que se esperaban más ataques terroristas en Francia, pero nada detuvo a los terroristas. Desde ayer, y durante un mes, Francia dejó en suspenso el Acuerdo de Schengen y restableció controles fronterizos. Esta no es la primera medida antiterrorista tras los atentados de Charlie Hebdo, y se calcula que las medidas extra de seguridad que se despliegan en el país, con unos 10.000 policías y militares en las calles, cuestan un millón de euros al día.

Dos semanas después de los atentados jihadistas de París, que dejaron 17 víctimas, Francia anunció que reforzaría con capital humano y material su lucha antiterrorista. Entre las medidas destacaron la creación de 2680 puestos en tres años en la lucha contra el terrorismo, y una inversión de 425 millones de euros en equipamiento. Para completar el refuerzo, el gobierno presentó en marzo una ley para regular las actuaciones de los servicios de inteligencia, en particular las escuchas telefónicas y el control de Internet. Hollande anunció en abril el aumento del presupuesto de Defensa (31.400 millones de euros anuales).

El presidente François Hollande también decidió mantener 7500 puestos de militares de los 34.000 que debían anularse antes de 2019. Tras los atentados, las fuerzas armadas fueron movilizadas en el exterior para luchar contra el terrorismo (9000 soldados) y en la vigilancia de los lugares sensibles en territorio nacional, en el marco del plan antiterrorista Vigipirate (10.500 militares). Se decidió la inversión de 233 millones de euros destinados a Interior y de 181 a justicia para comprar material como chalecos antibalas, cascos y vehículos para los agentes encargados de las vigilancias. El esfuerzo presupuestario que, incluyendo los gastos en personal, supone 735 millones de euros en tres años, Valls afirmó que «será compensado por ahorros (…) en el conjunto del gasto público, año tras año».

En mayo se aprobó que los servicios secretos franceses tuviesen amplios poderes para rastrear Internet e interceptar comunicaciones telefónicas y cibernéticas. Para ello les basta con autorizaciones del primer ministro, pero sin control judicial. El gobierno presentó la ley como «necesaria», mientras que para numerosas asociaciones de defensa de los derechos se trató de una ley «liberticida». Hasta entonces, las actuaciones de los espías se regían por una ley de 1991, cuando las nuevas tecnologías estaban en pañales.

Ce que l’on sait des attentats de Paris

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Six attaques ont eu eu lieu simultanément à Paris, vendredi 13 novembre. Un bilan provisoire fait état d’au moins 120 morts selon le procureur de la République de Paris, François Mollins. « Cinq terroristes ont été neutralisé », a-t-il ajouté. « Il y a plusieurs dizaines de tués. C’est une horreur », avait annoncé le président François Hollande, qui est intervenu un peu avant minuit alors que des attaques étaient encore en cours.
Malgré l’arrêt des attaques autour d’une heure du matin, les autorités s’interrogeaient sur le fait de savoir si une partie des assaillants étaient éventuellement cachés ou en fuite. D’après la justice, un millier de personnes a été victime ou témoin de ces attaques dans la capitale.

 

Le bilan

Les attentats ont fait au moins 120 morts, a confirmé Matignon, dont 78 à 79 dans l’attaque du Bataclan d’après une source judiciaire. Le grand nombre de blessés ne permettent pas de bilan définitif. Trois ou quatre assaillants sont morts dans l’assaut donné par la Brigade de recherche et d’intervention (BRI) à la salle de concert, d’après une source judiciaire. Un policier a été blessé au Bataclan.

Par ailleurs, un mort a été relevé boulevard Voltaire. Rue de Charonne, à la terrasse du bar La Belle Equipe, 19 personnes ont été tuées; 14 blessés étaient en urgence absolue. Rue de la Fontaine-au-roi, 5 personnes ont trouvé la mort, et 8 blessés sont en urgence absolue. Enfin, rue Alibert, entre le bar Le Carillon et le restaurant Le Petit Cambodge, entre 12 et 14 victimes ont été relevés, tandis que 10 blessés étaient en urgence absolue. A Saint-Denis, près du stade de France, trois explosions ont retenti à partir de 21h20, faisant 2 morts. La presence d’un ou plusieurs kamikazes a été établie. Aucun policier n’a été tué.

L’attaque au Bataclan

L’attaque la plus grave a eu lieu au Bataclan, au croisement du boulevard Richard-Lenoir et du boulevard Voltaire, où les assaillants, au nombre d’au moins trois semble-t-il, sont entrés en plein concert du groupe de rock américain Eagles of the Death Metal. Ils ont mitraillé les spectateurs dans le noir, provoquant une panique indescriptible, achevant parfois les survivants ou tous ceux qui bougeaient. L’attaque a duré près de deux heures.

Nicolas Chapuis, journaliste au Monde, présent à proximité du Bataclan à partir de 22 h 30, a vu des policiers progresser en se cachant derrière des voitures pour se protéger des salves d’armes automatiques. Le RAID, l’unité d’élite de la police nationale, est ensuite arrivé sur place, pour élargir le périmètre. A 23 h 20, une dizaine de personnes sont sorties les mains en l’air de la salle de concert.

L’assaut a été donné un peu après minuit par la BRI, plusieurs déflagrations étaient entendues par les témoins près du périmètre de sécurité dressé autour de la salle de concert. Des dizaines d’ambulances ont été envoyées sur place et un hôpital de campagne a été dressé à l’arrière de la salle, près du Cirque d’hiver. François Hollande, Manuel Valls, Christiane Taubira et Bernard Cazeneuve se sont rendus sur place après la fin de l’assaut.

Le chef de l’Etat a décrété l’état d’urgence sur l’ensemble du territoire. Il a reçu le soutien de Nicolas Sarkozy, chef de l’opposition. Il a également annoncé la fermeture des frontières. Des persquisitions pourront être menées en Ile-de-France. Toutes les forces de l’ordre ont été mobilisées, 1500 soldats ont été envoyés en renfort dans la nuit Les écoles et établissements universitaires seront fermés samedi, selon l’Académie de Paris. Les voyages scolaires sont annulés.

Un plan blanc, prévu pour les situations sanitaires d’urgence et de crise, a été déclenché par l’assistance Publique-Hôpitaux de Paris.

Un conseil de défense a été prévu à l’Elysée samedi matin. François Hollande a annulé sa participation au G20, dimanche et lundi en Turquie. La campagne électorale pour les élections régionales a été suspendue par un grand nombre de candidats.